31 de marzo de 2011

"Sal" y siesta

Copo,

Hoy tenía mogollón de sueño. Pero mogollón, mogollón. Me he despertado chorrocientasmil veces durante la noche y no he descansado demasiado. Vamos, que me he pasao la mañana medio grogui.

Al medio día he querido preparar una comida rapidita para poder echarme una siesta. Me he decantado por un menú bien sencillito: hamburguesa (previamente congelada por mi madre) y arroz tres delicias. Eso no me sale casi nunca mal y me permitía prepararlo en menos de 15 minutos y mientras podía limpiar la cocina. 

El galán siempre me dice que a la comida hay que echarla sal antes de servirla, vamos, antes de servirla en el plato. Pero a mí siempre se me olvida. Pero hoy, en un brote de amor propio he decidido echarle sal a la comida cuando la tenía en la sartén. Pero al rato la he probado y no me parecía suficientemente salado. Así que he vuelto a añadir sal. Pero nada. Así repetidas veces, pero nada. Entonces me he chupado los dedos (porque me encanta la sal) y no, no era sal, era azúcar. Genial. Al menos no estaba muy malo... lo he reparado echando sal verdadera. 

Eso me recuerda a que durante un tiempo le estuve echando a la sepia espinacas en lugar de perejil. Lo peor es que yo no me di cuenta hasta que el galán no me lo dijo, es más, estuve chuleando durante un tiempo sobre lo rica que me salía la sepia...

Después del arroz y la hamburguesa he lavado los platos y me he metido en la cama, a la cual el sol de la tarde le caía estratégicamente. Y claro, ha sabiendas de que últimamente las siestas se me van de las manos  me he puesto el despertador. Eran las 4 menos cuarto y he puesto la alarma a las 5, sí, sí, a las 5 de la mañana. Qué lista. Me he despertado a las 6 y pico y he tenido que volar para ducharme y arreglar el cuarto antes de que pasase el galán a buscarme.

¿Soy la única que tiene problemas con la cocina y las siestas? 

6 comentarios:

  1. Antes de casarme era una negada para la cocina, si me decían "cailenta el potaje, que no es tan complicado" iba yo y lo quemaba, en fin, toda una historia.

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  2. jajajaja Yo no tengo muchas problemas con la sal porque no le echo sal a nada. En mi casa hay algún hipertenso y desde que era pequeña se come sin sal. Quien quiera que se la eche (después de hacer la comida... jaja) Así que soy bastante sosa con eso.
    Pero recuerdo la primera tortilla francesa que hice con mi hermano pequeño... nos dio por echarle sal y depués de haberle echado bastante me dice: PERO SI ES AZÚCAR!! Así que nos pusimos "a compensar" y el resultado fue... curioso... jajaja
    Yo trato de ir aprendiendo. Copio exactamente la manera de hacer algo de mi madre. Pero nunca me sale ni parecido. No sé dónde fallo... =)

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  3. Jajaja! Lo tuyo con la cocina no es normal, mira que inventar la sepia a la popeye...

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  4. Hola Alba, soy Fernando el padre de Cristina, muchas gracias por tus últimos comentarios en su blog. Me paso de vez en cuando a leer tus aventuras y la de la compi, claro. Escribes de una forma muy amena. Un abrazo. Fernando.

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  5. Hola!!
    Hace meses que te sigo pero creo que nunca te he dejado un comentario :P
    Me encanta lo que cuentas siempre y cómo lo haces, con ese toque de humor, la verdad es que paso un rato divertido por aquí.

    Ah, y sobre lo que cuentas de la cocina y las siestas... jajaja, en la cocina te puedo decir que sí, que soy de las que mete la pata de vez en cuando, pero me lo tomo a cachondeo ya.

    Un besote.

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  6. Dámaris: La gente habla mucho, pero la cocina es muy dura, te lo digo yo ;)

    Irene: Yo no aspiro a que sepa como lo que cocinan mis padres, ¡ni de lejos soy tan ambiciosa! Yo sólo aspiro a que se pueda comer...

    DaiN: Cuando nos casemos te vas a quedar echo un fideo, te lo digo yo.

    Fernando: ¡Muchas gracias! Las aventuras de Cristina son geniales.

    Pokhara: ¡Gracias por comentar! Yo mis fallos me los tomo a cachondeo pero mi estómago no tanto... Jajaja

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¿Y tú qué le dices a Copo?