Que si no aprovecho los intermedios de mi amada La Señora, yo no sé quién escribiría aquí, eh? Lo cierto es que si no escribo me da mono y claro, eso sí que no. No obstante, a mi defensa diré que últimamente no tengo tiempo ni para respirar y ahora más aún que la sombra del examen de ciencias se avecina sobre mi cabeza cual mal presagio (hasta el miércoles no seré persona, vaya)... lo dicho, que estamos de vacas flacas y me da a mí que esto no va a ser como en Egipto pero casi (7 años no, pero 4 como que me llamo Alba, señores). A mí me dijeron que la etapa universitaria era todo relax y fiesta, y ya me dirán ustedes, pero esto de la universidad a la bolonyesa a mí me tiene frita.
Yo no sé por qué narices los fines de semana me estresan en lugar de relajarme. Y es que yo debo ser muy inocente o muy tonta porque iba yo buena si pensaba que en el décimo cumpleaños de mi rubia (véase mi hermana pequeña) iba a haber lugar para la paz... señores copoadictos: jamás metan en una sala a 10 niñas nerviosas y preadolescentes perdidas un viernes tarde, las consecuencias podrían ser nefastas... habla la voz de la experiencia. Vamos, que acabé de Hannas Montanas, Hellos Kittis y de Highes Schooles Musicales hasta el mismísimo moño. Pero vamos, que mi niña disfrutó como nunca con todo lo que le preparamos, al menos eso compensó.
Por lo demás todo sigue su curso... y es que cuanto menos escribo menos sé qué contar, oigan. Ah, podría contar eso que desde que me di de morros con mi independencia me ha crecido un poco el culo (entre otras cosas). Aparentemente ambas cosas no tienen relación alguna, pero no se dejen llevar por las apariencias, eh. Y es que entre que mis recursos culinarios son un tanto limitados y que después de mis largos días universitarios una no está para cocinar espinacas, me da a mí que esto de celebrar la fiesta del colesterol cada dos por tres no le está gustando nada a mi talla de pantalón. Mi galán, muy sabio él, ha querido echarme una mano y me ha revelado una frutería la mar de cuca en la que te dicen los precios en un idioma ambiguo (una mezcla de chino y español, para que nos entendamos), pero que tiene unos precios la mar de graciosos y al menos me hará recuperar un poco la dieta mediterránea que últimamente está más missing que otra cosa.
Y ale, lo dicho, yo sigo con lo mío (ver La Señora, vamos).
Alba Arroyo
Que exagerada eres Albita!
ResponderEliminarPero ya que te pones con el lío de las dietas, en lugar de disuadirte prefiero subirme a la barca del hambre, del sufrimiento y de lo insípido.
Un beso de tu Galán ;) Te veré en unas horas, jijiji